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lunes, 22 de agosto de 2011

Me concedo la palabra

Hace unos días alguien comentó un enlace compartido en el muro de Hacia Otro Consumo y al poco tiempo lo eliminó. Esto me hizo pensar en nuestra relación con las redes sociales: ¿es tan fácil la interacción, la comunicación en sentido amplio, la retroalimentación entre sus actores? En mi caso no lo es.


                                          Silence by Adam Korgul

En general comparto información en Facebook, en Twitter y visito un buen número de páginas y blogs pero ¿comentar con otros, sugerir, ampliar información, acotar, dirigirme a , disentir...? Son contadas las veces que lo hago en otros sitios en relación a las lecturas que realizo, a pesar de que me consta que las opiniones son esperadas y agradecidas en su mayoría.

Se me ocurrió que escribir en el "sitio" de otro se puede ver como estar en casa de otro: si no tengo confianza no es tan sencillo soltarme, o debo meditar antes de decir lo que pienso; no sé si mi participación es pertinente, o si puedo ofender a alguien.

Volviendo a los sitios virtuales, ¿ocurrirá algo de esto? Hay muchos en los que existen infinidad de comentarios, pero hay otros que, independientemente del número de seguidores, o del tiempo que lleven en la red, apenas figura alguna intervención. ¿Los lectores seremos muy perfeccionistas? ¿Estaremos buscando la frase suficientemente consistente a nivel intelectual para dar el paso? ¿Será una cuestión de personalidad, de generación?

Lo que sé es que una casa es un espacio privado y que una red social es un espacio público o simipúblico, cuya función y característica principal es precisamente la posibilidad del feed-back. 
  
Cualquiera sea la ubicación que tomemos en el proceso de comunicación, bien como emisores, bien como receptores, los comentarios coincidentes con nuestra forma de pensar son una gran compañía, nos confirman que no estamos solos. Las acotaciones nos pueden mostrar un punto de vista diferente, donde nuestra flexibilidad en la línea de pensamiento juegan un papel importante. Quien amplía información, a su vez profundiza o incrementa los conocimientos de quien escribió, o de quienes leen notas y comentarios. Y quien está en desacuerdo nos pone de manifiesto que las personas somos muy variadas en nuestras historias, educación y conclusiones, y tenemos todo el derecho a serlo, a comentarlo y a explicarlo o no. En definitiva, todos enriquecemos las redes. Incluso quedándonos callados; si es lo que realmente queremos. 

Consumir redes, salvo para los más jóvenes, es otro consumo. Nos informan, nos entretienen ("¡somos la sociedad más entretenida de la historia!") y, como herramientas instaladas, podemos utilizarlas en beneficio de la comunicación, del enriquecimiento personal y global, del avance de la humanidad.


Y con la lectura llegó la duda
Ahora bien, ¿siempre debemos consumir las ideas con las que estamos de acuerdo? 
Cuando paso mucho tiempo sin leer otro tipo de tendencias, me siento como una oveja más del rebaño, siguiendo algo de lo que comienzo a no estar tan segura. Si es sencillo y obvio para mí, me pregunto por qué no lo es también para la gran mayoría de las personas. Y entonces suele llegar la paranoia de mano de las teorías conspirativas: ¿será que convendrá que sólo piense en esto?, ¿será que existen intereses de dominio para que el mundo vaya en esta dirección?


Por otro lado, consumir sólo el tipo de conceptos, reflexiones y conocimientos con los que coincide nuestra escala valorativa ¿no hace que nos cerremos en un círculo en el que nos leemos, nos apoyamos, nos interrelacionamos..., pero también nos volvemos menos tolerantes?


¿La sociedad va siendo consciente cada vez más? ¿O en realidad lo que hacemos es conocernos más entre nosotros mismos? Puede que esto último de ser así no sea malo, ya que cuanto más conectados y comunicados estemos más fuerza podremos hacer para el cambio, pero ¿realmente se consiguen cambios cuando somos una minoría? ¿El número de concientizados va en aumento, o es como dice Galeano: "somos más de los que dicen que somos"?


Cada tanto busco leer planteamientos que difieran con mis creencias y evidencien algún fallo, o tiren por la borda alguna de ellas. Lo único que consigo es confirmar que me siento en el camino correcto y que la que apoyo es mi verdad y la de muchos. Seguramente no es perfecta, ni sencilla de llevar a cabo; no sé si es tan sostenible en el tiempo como se ve a simple vista. Tal vez otras generaciones deban ir adaptando objetivos a las siempre cambiantes circunstancias, pero ahora estoy convencida que es la solución más lógica y más justa para las poblaciones y causas postergadas. 


En un momento donde las necesidades son enormes en demasiados campos y ante la convicción de que otro mundo es posible, las redes nos proporcionan la ayuda necesaria para romper barreras, prejuicios, perezas y muros; unir más allá de los idiomas, las culturas, los gobiernos y las fronteras. Para acordar hacer un mundo más a la medida de las generaciones actuales y futuras, y no al servicio de los intereses de unos pocos. 


Llevaba un par de meses ausente del blog. Más allá de acontecimientos personales, vacaciones y demás menesteres, me costó centrarme. Tal vez estaba buscando decir algo intelectualmente consistente, novedoso, dar otro punto de vista, o ser sumamente pertinente con las circunstancias sociales y/o políticas del momento. 


Democracia, política, elecciones, ultraderecha, hambruna, explotación, exceso de poder, bancos, agencias de calificación, sanidad, Palestina, Siria, las deudas de los países del norte, las deudas de los países del sur, son algunos de los temas que estuve "abrazando" en este tiempo (a propósito de este video que me recordó una lectora).



"Las cosas no son así. Están así y podemos cambiarlas" (Paulo Freire). Siempre podemos cambiarlas. ¿Estás comenzando? ¿Te sientes formando parte del cambio? ¿Por dónde podemos seguir avanzando? Todos tenemos nuestros tiempos y nuestros silencios, pero hay realidades que no pueden seguir esperando. 
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Estuve leyendo:

Algunas ciberacciones:

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