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lunes, 12 de mayo de 2014

Marcar en Brasil

Es preciso echar la vista atrás cuando evocamos la imagen de la esclavitud ahogada en cadenas. Tal como la historia se nos enseña, lejos quedan las tristes y agónicas experiencias de tantos miles de personas cuya libertad fue ferozmente sustraída y continuamente maltratada. Y es que la esclavitud ya no se nos presenta con grilletes en tobillos y muñecas; ahora, su aspecto se asemeja más a este:

Foto: mediotiempo.com

Sí, nos gusta el deporte. El ejercicio físico supone salud, bienestar, y recogemos la frase de Juvenal Mens sana in corpore sano como una de nuestras premisas. Pero esto no se trata de deporte; la imagen superior muestra un par de modelos de camisetas Adidas que el gobierno brasileño exigió se retirasen del mercado. Lookin' to score, o "buscando marcar/meter" se presenta con el dibujo de una curvilínea mujer en bikini; I "love" Brazil enmarca el conocido corazón con la forma de un trasero.

Las grandes congregaciones deportivas no sólo reúnen, desgraciadamente, a deportistas, sino que un cúmulo de personas de todos los rincones del planeta se juntan y sacan a relucir el lado más repulsivo que puede existir en el deporte: bebida, drogas y sexo se unen en una fiesta que se extiende durante semanas. Esto no supone ninguna novedad.

Foto: Empty soccer field 2/Michael Lawrence

Nuestra intención no es emitir juicios de valor en cuanto a hábitos de consumo, sino procurar ofrecer alternativas que resulten respetuosas con el medio ambiente y con la sociedad, invitar a la reflexión de los consumidores acerca de sus propias prácticas. Pero sí nos posicionamos sin excepción a favor de los derechos humanos.

Las congregaciones de este tipo, como son el Mundial de Fútbol o los Juegos Olímpicos, si nos suponen la fuente, sí sacan a la superficie problemas sociales aberrantes y perjudiciales para los derechos de las personas, entre ellos el derecho a la integridad física, la igualdad, la dignidad, la salud, la seguridad y a no ser sometido a prácticas de violencia y tortura.

¿Quiénes son estas personas cuyos derechos son continuamente violados? Son esclavas sexuales, vendidas y trasladadas a este tipo de eventos para satisfacer una demanda creciente de hombres que entienden el turismo de ocio como turismo sexual. La trata de personas no es un negocio anecdótico; según Naciones Unidas, se trata nada menos que de la tercera actividad ilegal más lucrativa del mundo, y genera 12000 millones de dólares por año. Cada año se trafica con 4 millones de mujeres y niñas para su explotación sexual.

Foto: ncn.com.ar

Durante el Mundial de Alemania en 2006, se puso de manifiesto esta relación casi equivalente entre Fútbol y Sexo. Más de 40.000 mujeres procedentes de CentroEuropa, Europa del Este y el norte de África se trasladaron al país para ejercer la prostitución. Fueron edificadas instalaciones de más de 3.000 metros cuadrados con la capacidad de acoger 650 clientes al mismo tiempo, auténticos prostíbulos gigantes junto a los principales estadios de Berlín. Todo esto permitido tras abolirse la prohibición de la prostitución en 2002 en Alemania, en aras de la Copa del Mundo, cuya presencia parece que presenta directamente a las mujeres como un mero producto para el consumo masculino, no diferente del alcohol o del mismo fútbol. Se estima que, durante los dos meses que duró la celebración, la prostitución en el país aumentó en un 30%. 

No es este el único ejemplo; la investigadora Merad Kambamu denunció y probó la desaparición de niñas y mujeres en Zambia (que aparecerían más tarde en burdeles de las grandes ciudades de Sudáfrica) durante la última celebración del Mundial de Fútbol en 2010. Una portavoz de Maputo, Silvia Mahumane, declaró que las redes de tráfico de personas del país venden a las mujeres a 670 dólares.

Nos encontramos en un momento en el que existen más esclavos que en cualquier otro de la historia de la humanidad: aproximadamente 27 millones alrededor del mundo, según la web Trafficfree, 12,3 millones según la Organización Internacional del Trabajo. En cualquier caso, un número vertiginoso, sobre todo si se tiene en cuenta que se calcula que un 80% de las víctimas de la trata de personas son utilizadas como esclavos sexuales, y un golpe crítico a la igualdad si entendemos que un 98% de las víctimas son mujeres y niñas.

Brasil espera unos 600.000 turistas para la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos 2016. Afortunadamente, no son pocas las organizaciones que procuran acabar con una realidad tan sumamente injusta y degradante para el ser humano. La Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC) ha lanzado una campaña internacional para prevenir el turismo sexual en este país. Teresa Ulloa, directora de la Coalición en México, declaró que Brasil se erige segundo destino mundial del turismo de este tipo, sólo después de Tailandia (donde sufren por este delito unas 500.000 niñas). La campaña de CATWLAC se ha propagado por los medios, y pretende una participación activa de los asistentes a estas celebraciones: se repartirá, con el apoyo de las organizaciones brasileñas, una tarjeta roja a cada espectador en la entrada del estadio de inauguración, para que sean alzadas al concluir el himno de Brasil, como símbolo de sanción contra la explotación sexual.
Foto:Catwlac.org

Pero incluso particulares se levantado ante el aumento de desigualdades sociales que está provocando en el país sudamericano haberse convertido en el lugar de celebración de estos dos grandes acontecimientos; el siguiente vídeo, llamado "No, I'm not going to the World Cup", creado por Carla Dauden como protesta y reflexión, se ha convertido en viral, con más de 4 millones de visitas:




La imagen que transmiten los medios de comunicación del género femenino, tanto en campañas publicitarias como en películas o en revistas, ayuda a la cosificación de las mujeres por parte del conjunto de la sociedad, a la aceptación pasiva de su supuesta condición de objetos sexuales. Creemos que la razón de que esto continúe, a pesar de las políticas de igualdad, recae en la atracción que supone la alusión al sexo: significa mayor consumo. Esto se ve reflejado en que productos como las camisetas de Adidas son puestos a la venta. Y son estas imágenes constantes las que ayudan a que no se trate como una degradación de los derechos de todas las personas el consumo de prostitución. Negarnos a ello, al consumo del sexo como producto, reivindicarnos contra él, no sólo en cuanto a la explotación de mujeres como esclavas sexuales, sino en todos los aspectos de la vida diaria es cómo nosotros, como consumidores, este año, tanto en Brasil como en cualquier parte, podemos marcar una diferencia. Desde Hacia Otro Consumo os invitamos a esta reflexión, y os deseamos que disfrutéis de los eventos deportivos de manera responsable.

Escrito en colaboración, por Bernarda Parodi.


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